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12 razones para predicar la Palabra de Dios

by ISedientos
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Todos a lo largo de nuestra vida nos encontramos ante situaciones donde creemos que es mejor ocultar que somos cristianos o seguidores de Jesucristo. Detrás de ello está el miedo al rechazo, temor a burlas, no ser aceptado, perder un trabajo, sufrir persecución, etc. Hasta Pedro en una situación de peligro tuvo el mismo problema.

“Entonces Pedro se acordó de las palabras de Jesús, que le había dicho: Antes que cante el gallo, me negarás tres veces. Y saliendo fuera, lloró amargamente.” Mateo 26:75

1. Mandato de predicar el evangelio

“Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.” Marcos 16:15

En los cuatro evangelios el Señor nos deja la “Gran Comisión” que es que prediquemos el evangelio a todos. Es necesario que esto lo tengamos como algo constante y cotidiano como nos indica el apóstol Pablo:

“Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina.” 2 Timoteo 4:1-2

Para predicar la Palabra debemos leerla, estudiarla, congregar y estar en comunión con el Señor. Debemos estar siempre preparados.

2. Dios pondrá las Palabras en nuestra boca

“Porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros.” Mateo 10:20

Cuando prediquemos el evangelio a una persona, tanto conocida como desconocida tenemos que tener claro que el Espíritu Santo es quien está poniendo en nosotros las palabras de predicación.

Recuerda como Moises también fue persona temerosa, pero dejó que Dios le guiase siempre para poder hablar al faraón y siempre en el nombre de Dios.

“Entonces dijo Moisés a Jehová: !Ay, Señor! nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua. Y Jehová le respondió: ¿Quién dio la boca al hombre? ¿o quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo Jehová? Ahora pues, ve, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar.” Éxodo 4:10-12

Efectivamente, Dios ha creado la boca, la lengua, al mudo y al sordo. Así que llénate de valentía porque Dios es quien hará por ti.

3. La negación no es de agrado a Dios

“Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.” Mateo 10:33

La palabra de Dios es clara en decirnos que no debemos negar a Jesús. Las personas que conocemos la Palabra de Dios tenemos claro que si no hacemos la obra de Dios, si no predicamos el evangelio (y esto va dirigido a todos los cristianos) no podemos ser recompensados. Un verdadero cristiano pone primero a Cristo con su testimonio, sus obras, su ejemplo y predicando la Palabra de Dios.

“Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis.” Mateo 25: 41-43

4. Somos luz

“Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.” Mateo 5:14-16

El Señor desea que prediquemos nuestro testimonio, los milagros que Él ha hecho en nuestra vida, nuestras pruebas, victorias y cómo Él nos ha sacado de la otra vida que llevábamos.

Sin embargo, si escondemos toda la obra de Dios en nosotros ¿cómo podemos predicar el evangelio? ¿Cómo puede seguir manifestándose Él en nuestra vida?

Si somos cristianos apagados sin predicar la palabra de Dios, ¿somos realmente luz o las tinieblas nos invaden? Hazte estas preguntas y di sí a predicar la palabra de Dios.

5. Debemos poner primero a Dios sobre todas las cosas.

“Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame.” Lucas 9:23

Por ello, debemos poner primero a Dios y después a nosotros con nuestros temores, debilidades y todas las cosas. En el momento que hagamos eso estamos negándonos a nosotros para dejar que el Creador sea quien tome las riendas de nuestra vida. Si seguimos poniendo primero “nuestro yo”, “nuestras amistades”, “nuestro jefe”, “nuestro trabajo”, “nuestra familia”… nunca seremos instrumentos de Dios para llevar el evangelio.

6. No debemos sentir temor a la burla

“Me sedujiste, oh Jehová, y fui seducido; más fuerte fuiste que yo, y me venciste; cada día he sido escarnecido, cada cual se burla de mí.” Jeremías 20:7

El enemigo desea que no prediquemos la Palabra de Dios. Por eso es algo normal que alguna persona a la que tratemos de predicar nos niegue y que hasta haya burlas. Sin embargo, la promesa la tenemos siempre en la Biblia.

Yendo al caso bíblico de Jeremías, el pueblo fue deportado a Babilonia con cadenas y él fue respetado por los soldados y puesto en libertad y dejándole elegir si quedarse en Jerusalén o ir a Babilonia, mientras que todo el pueblo que se burló de él fue deportado a Babilonia. (Jeremías 40)

7. Dios está con nosotros como poderoso gigante

“Mas Jehová está conmigo como poderoso gigante; por tanto, los que me persiguen tropezarán, y no prevalecerán; serán avergonzados en gran manera, porque no prosperarán; tendrán perpetua confusión que jamás será olvidada.” Jeremías 20:11

Nosotros somos hijos de un Dios todopoderoso. En el momento que sentimos temor, o miedo a la persecución estamos minimizando el poder de Dios. Estamos haciendo a Dios pequeño y a nuestro temor grande. ¡Esto no debe ser así! Nuestro Dios es poderoso y nada puede prevalecer contra nosotros.

“¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” Romanos 8:31

8. Dios nos va a dar siempre la victoria si lo exaltamos

“Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes. Entonces se juntaron aquellos hombres, y hallaron a Daniel orando y rogando en presencia de su Dios.” Daniel 6:10-11

Cuando en los tiempos de Daniel sacaron una ley en la que no podía adorarse a ningún Dios, Daniel siguió poniendo a Dios por encima de todas las cosas. Fue apresado y puesto en un foso con leones. Pero Dios siempre le protegió:

“Mi Dios envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones, para que no me hiciesen daño, porque ante él fui hallado inocente; y aun delante de ti, oh rey, yo no he hecho nada malo. Entonces se alegró el rey en gran manera a causa de él, y mandó sacar a Daniel del foso; y fue Daniel sacado del foso, y ninguna lesión se halló en él, porque había confiado en su Dios. Y dio orden el rey, y fueron traídos aquellos hombres que habían acusado a Daniel, y fueron echados en el foso de los leones ellos, sus hijos y sus mujeres; y aún no habían llegado al fondo del foso, cuando los leones se apoderaron de ellos y quebraron todos sus huesos.” Daniel 6:22-24

9. Nadie nos puede acusar ni hacer nada contra nosotros

La Palabra nos vuelve a decir “¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica.” Romanos 8:33

Nadie nos puede acusar, nadie nos puede hacer nada, ya que todo poder viene de Dios. El mismo Señor Jesucristo nos dijo:

“Así que, no los temáis; porque nada hay encubierto, que no haya de ser manifestado; ni oculto, que no haya de saberse. Lo que os digo en tinieblas, decidlo en la luz; y lo que oís al oído, proclamadlo desde las azoteas. Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.” Mateo 10: 26-28

Efectivamente, predicar la palabra de Dios no debe ser temor para un cristiano. Si miramos cuales son las consecuencias de que prediquemos veremos que todas son positivas tanto a la persona que predicamos como en nuestra vida, así que despojémonos de todo temor porque ni nada ni nadie tiene autoridad sobre nosotros.

10. Hay necesidad de predicadores

“Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies.” Mateo 9:37-38

Efectivamente hay muchas personas que no conocen la Palabra de Dios ni a Jesucristo y pocos los obreros que predican. Piensa siempre esto, que Dios te ha llamado a ti para que prediques en tu casa, en tu trabajo, instituto, universidad, conocidos. Esas personas no conocen a Dios, y tu eres un instrumento de Dios para predicarles.

11. Aunque creas que no te escuchen queda sembrada la semilla

“Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.” Isaías 55:10-11

A veces predicamos la Palabra a una persona, y sentimos que no nos escucha o que no le interesa o que no termina de convencerle. No te preocupes, la semilla (la Palabra) ha sido sembrada en esa persona y Dios es el que hará la obra.

“Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento.” I Corintios 3:6-7

12. Recompensa de Dios

“No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, Él os lo dé.” Juan 15:16

Muchas veces le pedimos a Dios por trabajo, dinero, salud, etc. pero ¿hacemos la obra de Dios? ¿Salimos a predicar con nuestra iglesia? ¿hablamos de Jesús a toda persona que podemos?. Es importante que respondamos a estas preguntas porque si son negativas las respuestas, no somos merecedores de la promesa de Jesús: «pedid lo que queráis y os será hecho» Juan 15:7.

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