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Consumir o ahorrar, ¿qué nos dice la Biblia?

by ISedientos
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EL DERECHO DE DIOS SOBRE LA TIERRA Y SU PLENITUD

En primer lugar debemos entender que Dios es el Creador y Señor de toda la tierra y todo le pertenece a Él. El mundo que vivimos no tiene en cuenta esto, y desde pequeños nos enseñan a tener “nuestras cosas” y por supuesto “nuestro dinero”. Pero nada de lo que tenemos es nuestro, sino de Dios. La Palabra es muy clara en decirnos que todo es de Dios y Él tiene dominio.

“De Jehová es la tierra y su plenitud; El mundo, y los que en él habitan.” Salmos 24:1

“Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.” Colosenses 1:16

En el libro de Hageo, la Palabra es contundente sobre el dinero y de quién es el dinero.

”Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos.” Hageo 2:8.

El segundo paso es comprender que Dios nos ha puesto como administradores y mayordomos de su creación. En la primera página de la Biblia podemos leer:

“Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.” Génesis 1:26

Él espera que seamos buenos administradores y que seamos fieles.

“Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel.” 1 Corintios 4:2

¿QUÉ HACEMOS CON NUESTRO SUELDO O NUESTROS INGRESOS?

Todos los meses de nuestro trabajo o nuestro negocio recibimos dinero. Todo lo que poseemos es de Dios y tenemos que ver qué es lo que quiere que hagamos con nuestras posesiones. En este estudio no vamos a hablar de las ofrendas, pero la  Palabra es clara en que una parte de lo que recibimos debemos dársela a Dios.

“Y el diezmo de la tierra, así de la simiente de la tierra como del fruto de los árboles, de Jehová es; es cosa dedicada a Jehová.” Levítico 27:30.

El Señor Jesucristo nos habló largamente sobre el dinero y las posesiones. Veinte de las treinta principales parábolas y un versículo de cada 7 en los cuatro evangelios tienen que ver de la actitud del hombre y la mujer con sus posesiones.

La PARÁBOLA DE LOS TALENTOS en Mateo 25:14-30 nos enseña como un hombre yéndose lejos llama a sus siervos y les da talentos (talento era una medida de peso con el que se medían los metales preciosos utilizados como dinero).

“A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos.” Mateo 25:15.

Es interesante ver que no se les dio igual a todos, sino cantidades muy diferentes, y se puntualiza que a cada uno conforme a su capacidad. La Palabra no indica que se le diera en función a su grado de estudios, ni conforme a su escala social, ni a su raza o estatura, sino conforme a su capacidad. Y con capacidad se entiende a capacidad de administrar, de cuidar y de hacer fructificar. Para entenderlo mejor, avancemos un poco en el mensaje. Al regresar el señor de ellos vino e hizo cuentas con ellos. Al que le había dado cinco talentos y dos talentos fueron, negociaron con ellos, y le trajeron al Señor el doble. A ambos les dijo el Señor:

“Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.” Mateo 25:21 y se repite en Mateo 25:23.

Que la Palabra repita un mensaje en dos versículos suele significar confirmación. Y esa confirmación es que si somos fieles con el dinero, con su administración y le traemos todo a Dios, Él nos pondrá en cosas mayores.

Sin embargo, al que se le había dado un talento trato de justificar su mala administración.

“Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo.” Mateo 25:24-25

Su señor le respondió contundentemente de esta manera:

“Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses. Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos. Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.” Mateo 25:26-29

Ahora si analizamos lo que hacemos con el dinero que recibimos mes a mes, razonemos si lo gastamos en cosas vanas, lo guardamos en casa, lo ahorramos en el banco o hacemos algo mejor que es poner un negocio o inversión. Si lo que hacemos es gastarlo en cosas vanas la Palabra nos da una llamada de atención.

En la parábola vemos que este siervo “malo y negligente” no lo malgastó sino que lo guardó bajo tierra para devolvérselo integro a su señor y la respuesta de su señor fue muy fuerte. ¿Qué hubiera pasado si lo hubiera malgastado? Es decir, si hubiera hecho fiesta, comprado ropas de última moda, o algún viaje de placer como hacemos en los tiempos de hoy.

La Palabra nos insta a que no malgastemos las bendiciones de Dios.

“A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche. ¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura.” Isaías 55:1-2

Por otro lado, esta sociedad nos motiva no solo a que consumamos, sino a que nos endeudemos con tarjetas de crédito y préstamos para tener el mejor coche, el último aparato tecnológico y los muebles más modernos.

Sin embargo, si prestamos atención a la Palabra, el deseo de Dios es hacernos prosperar, bendecirnos y darnos riquezas, pero no que vivamos esclavos de ellas ni tengamos amor a ellas. Pero ¿cómo va a darnos riquezas si ponemos las miradas en las cosas materiales y nos dejamos llevar por la imperante economía de consumo? ¿cómo nos va a dar riquezas si la mayor parte de lo que recibimos lo malgastamos?. En la Palabra hay promesa de Dios sobre sus hjos:

«Sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque él TE DA EL PODER PARA HACER LAS RIQUEZAS, a fin de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día». Deuteronomio 8:18.

«Bienaventurado el hombre que teme a Jehová, y en sus mandamientos se deleita en gran manera. Su descendencia será poderosa en la tierra; La generación de los rectos será bendita. BIENES Y RIQUEZAS HAY EN SU CASA, y su justicia permanece para siempre». Salmos 112:1-3

PROVERBIOS SOBRE LA ADMINISTRACIÓN DE LAS RIQUEZAS

En el libro de proverbios hay mucha enseñanza sobre la administración del dinero, y como debe conducirse el cristiano:

«La mano negligente empobrece; mas la mano de los prudentes enriquece«. Proverbios 10:4

«LAS RIQUEZAS de vanidad disminuirán; Pero el que recoge con mano laboriosa las aumenta«. Proverbios 13:11

«Las riquezas de los sabios son su corona; Pero la insensatez de los necios es infatuación». Proverbios 14:24

«En la casa del justo hay gran provisión; pero turbación en las ganancias del impío». Proverbios 15:6

«La pereza hace caer en profundo sueño, y el alma negligente padecerá hambre”. Proverbios 19:15

«TESORO PRECIOSO  y aceite hay en la casa del sabio; Mas el hombre insensato todo lo disipa.» Proverbios 21:20

«No te afanes por hacerte rico: Sé prudente, y desiste«. Proverbios 23:4

«El que labra su tierra se saciará de pan; Mas el que sigue a los ociosos SE LLENARÁ DE POBREZA«. Proverbio 28:19

CONCLUSIÓN

En cierta ocasión me subí a un taxi para hacer un largo trayecto y me di cuenta que el taxista apenas tenía experiencia pese a ser una persona de unos 50 años. En la conversación que mantuve con él me di con la sorpresa de que era un cristiano practicante y conocía muchos textos bíblicos. Entablamos una agradable conversación y me contó que había tenido problemas con su negocio el cual recientemente quebró y que estaba dedicado al taxi por no tener otra cosa que hacer. Al contarme todo lo acontecido con su empresa y los años gloriosos que tuvo me quedé impresionado de la bendición de Dios. Después de predicarle con este estudio bíblico el taxista se quebrantó y reconoció como en todos los años de bonanza no había administrado bien las finanzas y como en su casa (su esposa e hijos) imperaba una economía de fuerte consumo que probablemente venía desde sus padres. Felizmente, al entender el mensaje de la Palabra se fue fortalecido en el Señor y reconoció no haber administrado adecuadamente las bendiciones de Dios.

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