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El milagro de mi madre y como Dios sigue haciendo milagros cada día

by ISedientos
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A mediados del año 2000 a mi madre Sara (la señora de la foto) le diagnosticaron cáncer de páncreas. Todos sabemos que este tipo de cáncer es fulminante y los médicos del Hospital Clínico San Carlos de Madrid rápidamente le pronosticaron que iba a tener unos 3 meses más de vida. Yo estaba recientemente trabajando en el extranjero (Perú) mientras ella estaba en España, y sentí mucha tristeza pero me refugié en el Señor. En nuestra Iglesia en Perú proclamamos ayuno y oración por ella durante varios días. La cosa es que meses después la operaron y Dios le sanó mediante un milagro y le dio 12 años más de vida.

En esos 12 años conoció la Palabra de Dios y entregó su vida a Cristo. Pero esta historia no es de ella, sino de las personas que la rodeaban, entre los que estaban familiares cercanos y amigos que la conocían y vivieron todo lo sucedido. Todos ellos vieron el milagro y su magnitud, ya que así fue catalogado por los doctores que la atendieron (yo estuve en varias consultas médicas y en todas me dijeron varios doctores como había sido realmente un milagro), pero sin embargo la gran mayoría de las personas cercanas que lo vivieron no cambiaron su vida ni se convirtieron a Cristo. En la Palabra tenemos varios casos interesantes para reflexionar.

EL RICO Y LÁZARO

El primero de ellos era el del El rico y Lázaro [Lucas 16:19-31] . La historia es espléndida en enseñanza y nos explica como un pobre llamado Lázaro va con Abraham y el rico va al Hades, y mientras es atormentado con fuego suplica a Abraham que envíe a Lázaro a predicar la Palabra de Dios a sus cinco hermanos porque no quiere que vengan al mismo lugar de tormento en el que él estaba:

“Entonces le dijo: Te ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les testifique, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento. Y Abraham le dijo: A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos. Él entonces dijo: No, padre Abraham; pero si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se arrepentirán.” Lucas 16:27-30

En el pasaje, vemos como el rico le insiste a Abraham y le dice que si sus hermanos ven algo asombroso o milagroso, como que alguien se levanta de los muertos y les predica la Palabra se arrepentirán. Y Abraham le indica tajantemente que no, porque de nada sirve, indicando lo siguiente:

“Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos.” Lucas 16:31

“Oir a Moises y a los profetas” es leer la Biblia, conocer las enseñanzas de Cristo, en resumen interesarse por las cosas de Dios. Y es cierto, ya que a lo largo de nuestra vida vemos multitud de milagros que nos suceden a nosotros mismos o a personas cercanas. Dios nos libra de accidentes cuando conducimos, hace milagros en enfermedades incurables, nos permite lograr metas que jamás pensaríamos alcanzar, etc. Dios está constantemente demostrándonos a todos los seres humanos su existencia. Sin embargo, no todos quieren creer o buscan razones para no creer.

Volviendo al ejemplo de mi madre, el impacto que tuvo en su círculo cercano fue como el que indicaba Abraham al rico (“Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos”), y es exactamente lo que suele suceder. No faltaron los que buscaron escusas o pruebas para decir que fue gracias a los médicos, gracias a una quimioterapia o “pura suerte de la naturaleza”. Cuando se les predicaba y se ponía de ejemplo el milagro acontecido (como comenté anteriormente, hasta los médicos lo llamaron así), trataban de esquivar la conversación y de continuar en sus justificaciones. Yo aun sigo utilizando en dicho círculo el ejemplo de mi madre para predicar el evangelio.

JESÚS SANA A DIEZ LEPROSOS

Otro pasaje interesante relacionados con este tema es cuando diez leprosos son limpiados [Lucas 17:11-19]. De los 10 leprosos solo uno de ellos, al ver que había sido sanado, volvió a Jesús gritando: «¡Alabado sea Dios!». Este cayó al suelo, a los pies de Jesús, dándole las gracias por lo que había hecho:

“Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz, y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano.” Lucas 17: 15-16

Estos leprosos tenían mucho que dar gracias a Dios. Ellos fueron milagrosamente sanados por Jesús. Eran desahuciados de la sociedad completamente, ya que estos hombres tenían lepra, y en aquel tiempo no podía una persona estar en peor situación. Se les prohibía tener contacto con cualquier persona viviendo vidas aisladas, miserables y solitarias.

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Pero estos diez hombres llamaron a Jesús y le pidieron por su toque sanador. . . y Jesús les hizo su milagro. Sin embargo, sólo uno de ellos se tomó el tiempo para volver y dar gracias a Dios. La Biblia nos dice que este hombre era samaritano. Quizás no signifique mucho para nosotros hoy en día, pero en aquel tiempo, judíos y samaritanos no tenían relaciones con los demás porque eran considerados mundanos y por tanto los judíos despreciaban a los samaritanos. Sin embargo, no fue uno de los hijos de Abraham el que volvió a dar gracias, sino era un samaritano.

No sólo este hombre vuelve y da gracias, sino que la Palabra indica que lo hizo «glorificando a Dios a gran voz«. El término glorificando a Dios a gran voz se traduce de las mismas palabras griegas que forman nuestra palabra “megáfono”. El samaritano era un megáfono de alabanza. Jesús aprovechó para hacer una pregunta:

» Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están? “ Lucas 17: 17.

En efecto, el Señor sigue haciendo esta pregunta hoy. ¿Dónde están los otros nueve? ¿No ha regresado nadie a dar gloria a Dios? Vemos como el Señor se manifiesta a diario con los milagros que sucede por el mundo adelante, pero ¿le damos gloria a Él?

EL PARALITICO DE BETSEDA

Otro pasaje que nos hace reflexionar es la sanación del paralítico de Betesda [Juan 5:1-18]

Esta persona llevaba paralítico 38 años y Dios le curó su enfermedad. Fue tan sorprendente el milagro que los judíos querían prender a Jesús alegando que lo había hecho en sábado. Pero el pasaje nos da a entender como el hombre sanado, después de que Jesús hizo el gran milagro, en vez de buscar a Dios quizás seguía en su vida de siempre. Jesús lo encuentra y le dice estas palabras:

“Después le halló Jesús en el templo, y le dijo: Mira, has sido sanado; no peques más, para que no te venga alguna cosa peor. El hombre se fue, y dio aviso a los judíos, que Jesús era el que le había sanado. Y por esta causa los judíos perseguían a Jesús, y procuraban matarle, porque hacía estas cosas en el día de reposo.” Juan 5:14-16

La actitud que tuvo el hombre sanado fue detestable. No solo no agradeció a Dios por su sanación, sino que incluso se tomó la molestia de ir a acusar a quien le había curado ante los judíos.

CONCLUSIÓN

Como vemos con todos estos pasajes bíblicos es que no necesariamente las personas empiezan a creer porque Dios haga un milagro. Si estás esperando un milagro de Dios en tu vida solo tienes que entregar tu vida a Cristo y comenzarás a darte cuenta de los milagros que hace Dios constantemente.

Si quieres cambiar tu vida te invitamos a que recibas a Dios en tu corazón, ya que solo Jesucristo puede hacerte una nueva persona. Visita nuestra página CONOCE A CRISTO.

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