Home Estudios BíblicosHijos ¿Debemos ser padres a la moda? ¿Qué dice la Biblia sobre la crianza de los hijos?

¿Debemos ser padres a la moda? ¿Qué dice la Biblia sobre la crianza de los hijos?

by ISedientos
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LA EDUCACIÓN A LOS HIJOS EN ESTOS TIEMPOS

La educación a los hijos no es una tarea fácil. Después de que el Señor me ha dado una familia numerosa he podido comprender muy bien lo complicado que puede llegar a ser y como nunca termina el proceso de educador en un padre o madre. Lo que menos ayuda es cuando en la sociedad de hoy día tenemos familias de pocos hijos (lo normal es tener uno o dos) y también es muy consentidora. A los hijos se les da de todo, desde dinero, privilegios, libertades, etc.

Los padres nos quejamos que no hay una escuela o universidad que nos enseñe a educar a los hijos. Yo opino que es mejor que no la haya, porque sería con enseñanzas del mundo y no con la enseñanza de Dios. Por ese motivo, el cristiano debe recurrir a la Palabra de Dios la cual es muy rica en enseñarnos sobre cómo educar a los hijos.

Aunque hay muchos casos bíblicos que tienen enseñanzas (Caín y Abel, los hijos de Jacob, Sansón, Nadab y Abiú, etc.), en el presente estudio vamos a centrarnos en los hijos de Elí y en los hijos de Job. Algo que tienen en común ambos textos es que a dichos hijos se les dio libertades y las consecuencias se vieron cuando fueron adultos.

LOS HIJOS DE ELI

En el Cap. 2 y 3 de I Samuel, tenemos el caso de los hijos de Elí. Ellos eran levitas (tribu de Israel dedicada en exclusiva a ministrar en el templo de Dios) y eran hijos del sumo sacerdote Elí, por lo que desde niños debieron tener gran acercamiento a la Biblia y prácticas religiosas de los israelitas, pero la forma en la que los describe dice:

“Los hijos de Elí eran hombres impíos, y no tenían conocimiento de Jehová.” 1 Samuel 2:12

Cuando uno lee ese texto se pregunta ¿cómo siendo hijos del sumo sacerdote eran hombres impíos? Pues muy sencillo. Si desde pequeños nosotros les enseñamos a nuestros hijos que la Biblia dice que no hay que mentir ni robar, pero ellos desde pequeños dicen mentiras y nos roban (aunque sea unas monedas para caramelos) y como padres no les decimos nada, no los instruimos, no los corregimos. ¿Qué ocurrirá cuando esos niños sean adolescentes y las mentiras y necesidades económicas sean mucho mayores? ¿tendrán algún respeto a la Palabra cuando nosotros desde niños no hemos hecho que se la respete?

De hecho más adelante en el texto Dios habla a Elí y le reprocha su conducta de padre consentidor diciendo:

“Has honrado a tus hijos más que a mi” 1 Samuel 2:29

Y más posteriormente se refiere sobre ellos indicando:

“sus hijos han blasfemado a Dios, y él no los ha estorbado” 1 Sam. 3:13.

Por tanto, si en nuestra vida está en primer lugar Dios, tenemos que hacer que nuestros hijos respeten la palabra de Dios y no podemos ser padres consentidores y tolerantes. Ellos nos dirán que el resto de muchachos de su edad hacen esto o aquello, pero la firmeza que nosotros tengamos en decir no a la presión social, corrigiendo cuando deba ser, y no siendo liberales traerá sus frutos, ya que en caso contrario no tendrán respeto a las cosas de Dios.

Hay padres que deben estar leyendo este estudio y se dirán que su hijo tiene 8 años o 14 y que no es tan grave las cosas que hace. Que si va más allá les corregirán. La Palabra nos insiste que debe ser de forma temprana. Cuando ya son mayores la experiencia nos dice que después no quieren escuchar a los padres.

…no oyeron la voz de su padre” 1 Samuel 2:25

La historia no termina nada bien, porque Dios procede a destituir a Elí como sacerdote y lo castigó (Samuel 2:31-35), y Dios concluye diciendo:

“…yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco.” 2 Samuel 2:30

Dios quiere que le honremos a Él en nuestra vida familiar haciendo que nuestros hijos tengan reverencia a Él.

LOS HIJOS DE JOB

El otro caso muy interesante de enseñanza bíblica es el de los hijos de Job. Cuando uno lee el libro de Job no se centra en la problemática de sus hijos, pero sí vamos a hacerlo ahora, porque aunque Job era descrito de esta forma:

“…era este hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal.” Job 1:1

La historia nos relata que sus hijos eran lo que vulgarmente llamamos “niños de papá”. Él era un hombre muy rico, Dios lo había bendecido mucho, pero pareciera que había sido consentidor y permisivo con sus diez hijos. De hecho la Palabra nos da a entender que cuando ellos eran ya adultos su comportamiento dejaba mucho que desear:

“…e iban sus hijos y hacían banquetes en sus casas, cada uno en su día; y enviaban a llamar a sus tres hermanas para que comiesen y bebiesen con ellos.” Job 1:4

A Job le preocupaba tanto la conducta de sus hijos y tenía sospechas de malas actitudes ante Dios que no le dejaban dormir.

“Y acontecía que habiendo pasado en turno los días del convite, Job enviaba y los santificaba, y se levantaba de mañana y ofrecía holocaustos conforme al número de todos ellos. Porque decía Job: Quizá habrán pecado mis hijos, y habrán blasfemado contra Dios en sus corazones. De esta manera hacía todos los días.” Job 1:5.

Y es que cuando los hijos ya son mayores de edad, si hemos sido consentidores toda una vida con ellos desde niños y adolescentes va a ser muy difícil poder cambiarlos cuando sean mayores de edad. Las consecuencias pueden ser desastrosas con adicciones, malas compañías, delitos, etc. De hecho, en este pasaje la consecuencia fue que murieron haciendo fiesta:

“y un día aconteció que sus hijos e hijas comían y bebían vino en casa de su hermano el primogénito…” Job 1:13-15

La palabra de Dios, también nos da a entender que la madre juega un rol clave en la educación de los hijos, y en el pasaje de Job en particular, su esposa no parece que fue temerosa de Dios, tanto así que cuando les vinieron las pruebas abandona a Job y le dice:

“…¿Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios, y muérete.” Job 2:9

DISCIPLINA

La palabra de Dios nos enseña en diferentes textos como es necesario corregir y disciplinar a nuestros hijos. En el libro de Efesios el Señor nos ordena lo siguiente:

«criadlos en disciplina y amonestación del Señor» (Efes. 6:4.)

Si nos ponemos a pensar lo que trata de decirnos este versículo es en realidad mucho más profundo de lo que pensamos. Debemos enseñar a nuestros hijos qué es lo correcto y toda enseñanza de acuerdo a la palabra de Dios, debemos disciplinarlos y cuando lo hagamos hacerles ver con la palabra de Dios en qué han errado. No podemos consentir conductas o pecados porque lo hacen los amigos o lo imponga la sociedad. Dios debe ser primero en nuestro hogar y ellos deben entenderlo.

«Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes». Deut. 6:5-9

En cuanto a la forma y momento del castigo la palabra de Dios es muy rica en el libro de proverbios. De ahí pueden leerse todos estos versículos:

«El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; mas el que lo ama, desde temprano corrige». Prov. 13:24 

«Castiga a tu hijo en tanto que hay esperanza; mas no se apresure tu alma para destruirlo». Prov. 19:18 

«Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él». Prov. 22:6 

“La necedad está ligada en el corazón del muchacho; Mas la vara de la corrección la alejará de él.” Prov 22:15 

“No rehúses corregir al muchacho; porque si lo castigas con vara, no morirá”. Prov. 23:13 

 “La vara y la corrección dan sabiduría;  Mas el muchacho consentido avergonzará a su madre”. Prov. 29:15-17

Es cierto que cada hijo/a es diferente. Los hijos dentro de una misma familia, teniendo las mismas enseñanzas y mismo ambiente, unos son más responsables, otros más inteligentes y otros puede que salgan más rebeldes. Lo que sí es clara la Palabra es que la “necedad está ligada” a los niños y jóvenes, y “la vara de la corrección” apartarán dicha necedad de ellos (Prov 22:15). Es decir, consintiendo a todo lo que nos pidan (fiestas, dispositivos electrónicos, cosas materiales, uso abierto de internet, dinero…) no vamos a lograr quitar la “necedad” sino que ésta se arraigue en ellos.

Disciplinar a nuestros hijos no es fácil. Lo fácil es dejarles hacer todo lo que quieran. Si se van con sus amigos de fiesta no molestan en casa, si están todo el día viendo televisión o en internet tampoco molestan, y si les damos dinero para que gasten también hay paz en el hogar. Pero insisto, ¿es eso una educación cristiana? Lo difícil es establecer normas conforme a la Palabra y hacer que nuestros hijos las cumplan.

Yo como padre cada vez que tengo que corregir a un hijo mío ya sea adolescente o niño me supone todo un esfuerzo emocional y de tiempo (insisto, lo fácil es no hacerlo y ser permisivo). Los hijos por lo general (aunque unos más y otros menos) van a tener una actitud negativa y rebelde al castigo, esa actitud van a realizarla para que la próxima vez que apliquemos una corrección nos lo pensemos dos veces. Entre esas actitudes están la de no reconocer el error o defender su conducta, enfados y malas caras que a veces duran días, actitudes de rebeldía, etc. Dicha conducta tiene el objetivo de querer hacer sentir a los padres de que si castigan o son estrictos la corrección en ellos va a ser peor.

Los padres debemos ser firmes porque la Palabra de Dios no es que nos lo recomiende, sino que nos lo ordena y sabemos que Dios nos pedirá cuenta como padres. El Señor quiere una descendencia santa para Él.

“¿No hizo él uno, habiendo en él abundancia de espíritu? ¿Y por qué uno? Porque buscaba una descendencia para Dios.” Malaquías 2:15

Siempre que la corrección sea por una buena causa ellos con el tiempo se darán cuenta. En el libro de Hebreos nos dice:

«tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos» Hebreos 12:9

Y es cierto, si miramos atrás recordaremos con buenos ojos cuando nuestros padres nos corrigieron y amonestaron para nuestros bien y en mi caso personal yo lamento que ellos en ciertas ocasiones hayan sido permisivos cuando era joven, ya que hubiera sido un joven más centrado en las cosas de Dios y hubiera tenido una adolescencia más feliz.

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